Desde siempre quisiste cumplir con el deseo de la abuelita Elvira, tu madre, de tenernos a todos recordándola en la celebración familiar, empezando y manteniendo una tradición que lleva ya casi 42 años.
Nos abriste las puertas de tu casa y nos recibiste cuando nosotros éramos chicos y tú eras grande. Luego, con el paso de los años nos recibiste cuando nosotros éramos grandes y tú eras la chica, pero chica sólo de estatura, porque tu corazón es una de las cosas más grandes que tenemos en la familia.
Junto con el tío Adolfo arreglaste la casa para ti, para tener una casa bonita y acogedora, aunque todos sabemos que también lo hiciste pensando en la mejor manera de recibirnos año a año.
Aunque tuviste hijos biológicos nos recibiste y encariñaste como tales cuando llenamos tu casa una vez al año, solos y acompañados, con pelo largo y corto, con hijos y sin ellos; como fuera, con la tía Chavela a tu lado, siempre nos esperaste con un rico plato de comida sazonado con el cariño y alegría que te caracteriza. Y siempre más de alguno se iba con alguna sorpresa o regalito que tenías preparado.
Muchos familiares y algunas amistades se sumaron a la lista de personas que recordamos, esperamos honrar tu legado ahora que pasas a formar parte de esa enorme lista.
Tía, llegó tu hora de descansar, de ser atendida como reina en la gran mesa de celebración junto a quienes partieron antes que ti.
Eres la tía de toda la familia, gracias por eso.