Todas las mañanas lo veo en la entrada de la estación, siempre las manos cruzadas y siempre en el mismo rincón. Como todos los días me mira despreocupado, como si el tiempo no existiera. Esta vez hace un gesto con la mano, como saludando. Se queda mirándome esperando una respuesta. Lo saludo y esta vez me responde con un meneo de su cola. He ganado un nuevo amigo. Qué simple es la vida de un perro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario