Soledad abrumadora, aunque rodeado de amigos, familiares, compañeros, conocidos y desconocidos, siente la soledad que lo inunda, el vacío es inmenso, tanto como el vasto cielo nocturno donde, aún con sus millones de estrellas, es un vacío infinito, como su alma.
Le preguntan ¿cómo estás? y la respuesta sin pensarla sale de su boca: bien. Nadie cuestiona, nadie ve el vacío en sus ojos, nadie ve la soledad de su alma.
Parado en el balcón mira hacia la calle, las luces dan cuenta del movimiento de los autos, las calles iluminadas son testigo de la ciudad viva, el movimiento no cesa. Desde la lejanía esas millones de luces en el firmamento son testigos del movimiento del mundo y sus habitantes, todos los seres representan sus papeles en la historia de la vida, excepto uno, un ser, un cuerpo lleno de un alma vacía, un alma en soledad.
Su alma grita en silencio, un sonido sordo y melancólico, un sonido que sólo su alma escucha, un gemido, un susurro, un suspiro, una última exhalación.
Ahora el vacío es mayor en el firmamento, y una nueva alma brilla en él.
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