Siento el viento frío en mi cara cuando cruzo la calle, qué bueno que decidí ponerme el abrigo. De pronto escucho una voz masculina llamando a alguien, no hago caso, no quiero. Sin darme cuenta doy un salto al sentir que me tocan el hombro, te veo, tienes en la mano un pañuelo igual al mio, me toco el cuello y no está, pienso que mi pañuelo no me quiere porque otra vez se quiso escapar. Mientras quito de mi mente esa bobada te miro nuevamente y se me escapa una sonrisa, charlamos durante cortísimos 3 metros y sin saber porqué te invito a mi casa.
Al entrar te presento a mi amiga del alma, compañera de penas y alegrías. Es increíble cómo hace poco mas de una hora mi única compañía era un pote de helado, luego aparece mi amiga y confidente prometiendo que no me dejaría sola, y ahora ya somos tres. Puede ser un día distinto.
La tarde se hace cortísima, charlamos, reímos, hace tiempo que no la pasaba tan bien, hasta creo... ¿qué fue ese ruido? ¡la puerta! espero sea mi imaginación. Si, escucho el gruñido de un hombre en la calle que al parecer tropezó.
Recordando cuando eramos niños, aparece en mi mente mi vestido de princesita, les cuento que sin duda odiaba vestirme de princesa, pero mi madre decía que el vestido no era lo importante, "lo que importa realmente es sentirte como princesa". Comento que las vivencias de niños en general son bastante agradables, o al menos recordamos con mayor intensidad y pasión las agradables, también comienzo a recordar cuando... ¿esa sombra en mi ventana es del árbol o es una persona? El bamboleo es suave y rítmico, es el árbol, decido.
La conversación sigue alegre, miro el reloj y no puedo creer que haya pasado casi todo este rato riéndome. De pronto el sonido de la puerta dibuja un escalofrío en mi espalda, me siento palidecer mientras lo veo entrar. Me mira fijamente, nos mira a todos pero cuando sus ojos se posan sobre ti me doy cuenta que este día puede acabar peor de lo que cruzó fugazmente por mi mente hace 2 segundos. Los malos recuerdos reemplazan los agradables de esta tarde y el miedo se apodera de mi. Siento la primera lágrima rodar por mi mejilla, este día ya no es muy distinto al resto.
Al irse tan en silencio como llegó cae la segunda lágrima por mi mejilla, miro a mi amiga y está tan tensa que las uñas de sus manos empuñadas pronto la harán sangrar, miro las mías y tiemblan, levanto la vista y la tristeza que veo en tus ojos hace rodar la tercera lágrima. Mientras intento explicarte que no es tu culpa pienso que en realidad la culpa es mía, no debí invitarte. Ya son incontables las lágrimas, intento contenerme pero es imposible. Veo que te levantas y pienso que tienes todo el derecho de irte, incluso deseo que lo hagas para que no me veas así y, sin saber por qué, un nuevo miedo me invade. Pero no te vas, vienes a mi y me abrazas, me siento querida en tus brazos, protegida, amada.
Cuando tomo conciencia de que estás tan cerca que puedo sentir tus latidos, me despierto.
¡Una pesadilla! Eso es mas o menos normal, todo el mundo tiene pesadillas, pero, ¿por qué apareces tu en mis sueños? No he podido dejar de pensar en ti en todo el día, sigo sintiendo tus brazos a mi alrededor, tu corazón latiendo con fuerza mientras el mío vuelve a un ritmo normal ¿volverás esta noche a consolarme nuevamente? ¿podrás protegerme?
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